En el antiguo imperio Mixteco
Donde las fuerzas de los Caminantes del Sol avanzaban implacablemente, extendiendo su dominio sobre numerosos pueblos prehispánicos. Utilizaban la fuerza y la violencia para someter a quienes se resistían a su poderoso imperio, siguiendo la orden del Emperador: "Someter o Aniquilar".
En una noche lluviosa, el ejército imperial avanzaba, sus soldados hambrientos, desesperados y exhaustos. Estaban encargados de conquistar y subyugar pueblos más pequeños, imponiendo el poder del Emperador, con el fin de extender sus dominios .
En medio de la densa selva de Oaxaca, se encontraron con un apacible pueblo mixteco. Los dos guerreros conocidos como los Lobos de la Noche, líderes de las tropas del emperador, se miraron y sonrieron al ver este nuevo pueblo que someterían bajo el estandarte imperial. Con una señal silenciosa, las tropas rodearon el pueblo y, en completo sigilo, recibieron la orden de hacer arder todo, y si alguien se resistía, eliminarlo.
Las fuerzas imperiales cercaron el pueblo mientras sus habitantes seguían durmiendo, sin sospechar lo que se avecinaba. Un grito de los Lobos de la Noche resonó: “¡Aniquílenlos!” Las tropas avanzaron con brutalidad, las familias despertaron en medio del horror. Muchos no tuvieron tiempo de entender lo que sucedía antes de ser capturados o asesinados.
En una de estas familias se encontraba un joven jornalero llamado Jaguar, quien vivía con su esposa e hija en una pequeña cabaña junto al río Atoyac. Jaguar se despertó sobresaltado al escuchar los gritos. Rápidamente, escondió a su esposa e hija detrás de un antiguo horno de piedra, asegurándoles que todo estaría bien. Tomó una lanza que su padre le había dado por seguridad, esperando que nunca tuviera que usarla. Estaba paralizado, observando la puerta y esperando que las tropas entraran y se llevaran todo lo que amaba en este mundo.
Jaguar respiraba agitado, su cuerpo empapado de sudor por el miedo, mientras escuchaba el golpeteo en la puerta. Sabía que enfrentar a las tropas era inútil, pero no tenía otra opción. Cuando la puerta finalmente cedió ante los golpes, gritó: “¡Lárguense o se arrepentirán!”, aunque sabía que no podría enfrentarse a todos. Los soldados lo sometieron en el suelo, y gritó desesperado, pero sus esfuerzos fueron en vano.
Mientras los soldados avanzaban por la cabaña en busca de su esposa e hija, las tomaron y las llevaron, emitieron una siniestra sonrisa burlona. Jaguar luchó hasta el final, pero finalmente dos soldados lo redujeron y lo dejaron malherido. Gritó, tratando de obtener información sobre el destino de su familia, pero las tropas se marcharon, dejando destrucción, tristeza y muerte a su paso.
Horas más tarde, Jaguar recobró la conciencia y encontró el pueblo en ruinas, lleno de cuerpos inmóviles y cabañas en llamas. Su corazón se rompió, había perdido lo más preciado de su vida.
Desconsolado, regresó a su cabaña, se dejó caer en el suelo, llorando y pidiendo a los dioses que se los llevaran para reunirse con sus seres queridos. Finalmente, exhausto, se durmió llorando.
Unas horas después, en sueños, escuchó voces que se escuchaban distantes, voces femeninas y dulces que infundían paz. Jaguar se despertó y se dio cuenta de que las voces no estaban en sus sueños, sino en la realidad. Intrigado, se levantó y siguió las voces que venían de la selva. Atravesó ríos y obstáculos hasta que llegó a la orilla de un pequeño lago, donde las voces lo llamaban.
Las voces le dijeron: “Entra al agua, en el fondo encontrarás una botella azul que contiene el elixir que necesitas para liberar a tu pueblo del yugo del Emperador.” Aunque estaba sorprendido, Jaguar no tenía nada más qué perder y se sumergió en el lago. En el fondo, encontró una botella azul que contenía la sustancia mágica que emitía luz. La tomó y regresó a la superficie, sintiendo inmediatamente un poder sobrenatural que lo envolvía.
Con un aura azul a su alrededor, Jaguar escuchó gritos que venían del pueblo. Corrió a toda velocidad, descubriendo que poseía una velocidad sobrehumana y todas sus fuerzas y sus sentidos se habían multiplicado. Cuando llegó al pueblo, su apariencia asombró a las tropas imperiales, que lo vieron como un dios. Liberó a los cautivos y compartió el elixir con su pequeño grupo de amigos , les otorgó el poder para luchar contra la opresión imperial.
Juntos, formaron un nuevo ejército elite llamado “la Tropa Sagrada”. Bajo el liderazgo de Jaguar, ahora conocido como “Voz de Almas”, juraron liberar a las mujeres y niños atrapados en las fortalezas del Emperador y llevar a su pueblo hacia la libertad, hacer lo mismo con los demás pueblos y hacer reinar la paz y la justicia.
El elixir sagrado se transmitió de generación en generación, y a lo largo de los siglos, permitió que los descendientes de Voz de Almas defendieran su tierra contra la opresión.
